Descripción del libro El cáliz y la espada cuenta una nueva historia de nuestros orígenes culturales. Muestra que el conflicto y la guerra de los sexos no han sido ordenados ni divina ni biológicamente y demuestra que es posible un futuro mejor, firmemente arraigado en los inquietantes dramas de lo que sucedió en nuestro pasado. Eisler presenta un marco conceptual para estudiar los sistemas sociales con especial atención a cómo una sociedad construye roles y relaciones entre lo femenino y lo masculino. Basándose en evidencias arqueológicas, antropológicas e históricas, la autora nos habla de un mundo en que prevalecieron el equilibrio y la comunidad antes que el caos y la destrucción, argumentando que la humanidad, en su origen, no estaba centrada en la lucha y en la competencia, sino más bien en la inclusión y la participación.
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El Caliz Y La Espada Pdf Gratis
De entre las muchas mujeres que han contribuido generosamente a este libro, me siento particularmente en deuda con mi amiga y colega Annette Ehrlich, que hizo un hueco en su atareada vida de profesora de psicología y consultora de ediciones científicas para leer varias veces el manuscrito, mucho más extenso, en el que acabó convirtiéndose la versión final de El cáliz y la espada. Sus críticas sin reservas desde el punto de vista editorial, además de su apoyo firme a mi ánimo y energías, a veces flaqueantes, fueron de enorme ayuda. Estoy asimismo muy agradecida a Carole Anderson, Fran Hosken, Mara Keller, Rebecca McCann, Isolina Ricci y a la fallecida Wilma Scott Heide. Todas ellas leyeron el manuscrito en su totalidad, o gran parte de él, en etapas diferentes, hicieron sugerencias valiosas y ofrecieron generosamente su apoyo y amor. Tanto El cáliz y la espada como yo le debemos un agradecimiento enorme a Ashley Montagu, que retrasó la finalización de dos de sus libros para repasar esta obra línea por línea y nota por nota. Esta y otras muestras de la fe en mi trabajo de este hombre, que ha dedicado la mayor parte de su larga y extraordinaria vida productiva a la superación humana, han sido de gran ayuda y estímulo para mí.
Entre aquellos que, desde la perspectiva de sus diferentes disciplinas, han leído fragmentos de El cáliz y la espada cuando era un trabajo en curso y han realizado importantes contribuciones se encuentran los arqueólogos Marija Gimbutas y Nicolaos Platon; las sociólogas Jessie Bernard y Joan Rockwell; la psiquiatra Jean Baker Miller; las historiadoras de la cultura y el arte Elinor Gadon y Merlin Stone; la comparatista literaria Gloria Orenstein; el biólogo Vilmos Csanyi; los teóricos del caos y los sistemas autoorganizados Ervin Laszlo y Ralph Abraham; el físico Fritjof Capra; los futurólogos Hazel Henderson y Robert Jungk, y la teóloga Carol Christ. Otras personas que leyeron fragmentos del manuscrito o proporcionaron sugerencias importantes, información, ánimo y apoyo son, en orden alfabético: Andra Akers, Lettie Bennett, Anna Binicus, June Brindel, Marie Cantlon, Olga Eleftheriades, Julia Eisler, Maier Greif, Mary Hardy, Helen Helmer, Allie Hixson, Elizabeth Holm, Barbara Honegger, Al Ikof, Ed Jarvis, Abida Khanum, Samson Knoll, Pat Lala, Susan Mehra, Mary y Lloyd Morain, Hilkka Pietila y Cosette Thomson. La lista sigue, pero las limitaciones de espacio hacen imposible mencionarlas a todas. Por esto, y por cualquier desliz de la memoria, me disculpo. Me hubiera gustado agradecer y nombrar a todas aquellas personas cuyos muchos años de investigación y escritura me brindaron tanto el estímulo intelectual como el apoyo emocional.
La búsqueda de respuestas a estas cuestiones me llevó a volver a examinar nuestro pasado, presente y futuro, en los que este libro se fundamenta. El cáliz y la espada da cuenta y razón de parte de este nuevo estudio de la sociedad humana, que difiere de la mayoría de estudios anteriores en que considera la totalidad de la historia humana (incluyendo nuestra prehistoria), así como la totalidad de la humanidad (tanto la mitad femenina como la masculina).
El cáliz y la espada entreteje indicios provenientes del arte, la arqueología, la religión, las ciencias sociales, la historia y muchos otros campos de investigación, con los que crea nuevos patrones que se ajusten con más precisión a la mejor información disponible, con el fin de contar una nueva historia de nuestros orígenes culturales. Muestra que ni los conflictos bélicos ni la guerra de sexos son fruto de un mandato divino o biológico. Asimismo, confirma que un futuro mejor sí es posible y que, de hecho, se haya firmemente arraigado en el drama persistente de aquello que en verdad nos sucedió en el pasado.
Tiene mucho sentido que las representaciones más antiguas del poder divino con forma humana fueran femeninas en lugar de masculinas. Cuando nuestros ancestros comenzaron a hacerse las eternas preguntas (de dónde venimos antes de nacer?, dónde vamos después de morir?), debieron de darse cuenta de que la vida surge del cuerpo de una mujer. Les resultaría muy natural imaginar el universo como una madre que todo lo da, de cuyo vientre toda vida emerge y a la que, como los ciclos de la vegetación, regresa tras la muerte para renacer de nuevo. Tiene sentido igualmente que las sociedades con esta imagen de los poderes que gobiernan el universo tuvieran una estructura social muy diferente de la de aquellas sociedades que adoraban a un padre divino que blandía un rayo y/o una espada. Parece asimismo lógico que las mujeres no fueran vistas como subordinadas en sociedades que conceptualizaban los poderes que gobiernan el universo con forma femenina (y que cualidades consideradas femeninas, tales como el cuidado, la compasión y la no violencia, fueran muy valoradas en esas sociedades). Lo que no tiene sentido es llegar a la conclusión de que, en las sociedades en las que los hombres no dominaban a las mujeres, las mujeres dominaban a los hombres.
El título El cáliz y la espada proviene de este punto crucial y catastrófico de la prehistoria de la civilización occidental en el que la dirección de nuestra evolución cultural dio un giro de 180 grados. En ese momento de bifurcación crucial, se interrumpió la evolución cultural de las sociedades que adoraban a los poderes generadores de vida y de crianza del universo, aún hoy simbolizados por el antiguo cáliz o el grial. Aparecieron entonces en el horizonte prehistórico invasores venidos de las áreas periféricas del planeta que dieron paso a una forma muy diferente de organización social. Como señala la arqueóloga Marija Gimbutas, de la Universidad de California, se trataba de pueblos que adoraban el poder letal de la espada,[7] el poder de quitar la vida en lugar de darla, que es el poder definitivo para establecer e imponer la dominación.
Durante milenios, los hombres han luchado en guerras y la espada ha sido el símbolo masculino. Esto no significa, no obstante, que los hombres no puedan evitar ser violentos o belicosos.[8] A lo largo de la historia registrada, ha habido hombres pacíficos y no violentos. Asimismo, es evidente que había tanto hombres como mujeres en las sociedades prehistóricas donde el poder de dar y criar, simbolizado por el cáliz, era supremo. El problema subyacente no es el del hombre en cuanto a sexo. La raíz del problema yace en un sistema social en el que el poder de la espada se idealiza, en el que se enseña a hombres y mujeres a equiparar la verdadera masculinidad con la violencia y la dominación, y a considerar a los hombres que no se ajustan a este ideal demasiado blandos o afeminados.
Si observamos todo el periodo de nuestra evolución cultural desde la perspectiva de la teoría de la transformación cultural, vemos que las raíces de nuestra crisis global del presente se remontan al giro fundamental acaecido en la prehistoria, que nos trajo cambios enormes no solo en la estructura social, sino también en la tecnológica. Un giro en el que dejamos de dar importancia a las tecnologías que apoyan y mejoran la vida para volvernos hacia las tecnologías que simboliza la espada, diseñadas para destruir y dominar. Estas han sido las tecnologías en las que se ha puesto el énfasis a lo largo de la mayor parte de la historia registrada. Y es este énfasis, y no la tecnología per se, el que amenaza hoy toda la vida en el planeta.[12]
El estudio en el que se basa El cáliz y la espada es lo que los científicos sociales denominan investigación-acción.[13] No se trata de un mero estudio de nuestra evolución cultural en el pasado, el presente y en un futuro hipotético, sino de explorar cómo podemos intervenir en ella de una manera más eficaz. El resto de esta introducción va dirigida principalmente al lector interesado en aprender más sobre este estudio. Otros lectores tal vez deseen ir directos al capítulo 1 para regresar, quizá, a esta sección más tarde.
El cáliz y la espada cuenta una nueva historia de nuestros orígenes culturales. Muestra que el conflicto y la guerra de los sexos no han sido ordenados ni divina ni biológicamente y demuestra que es posible un futuro mejor, firmemente arraigado en los inquietantes dramas de lo que sucedió en nuestro pasado.Eisler presenta un marco conceptual para estudiar los sistemas sociales con especial atención a cómo una sociedad construye roles y relaciones entre lo femenino y lo masculino. Basándose en evidencias arqueológicas, antropológicas e históricas, la autora nos habla de un mundo en que prevalecieron el equilibrio y la comunidad antes que el caos y la destrucción, argumentando que la humanidad, en su origen, no estaba centrada en la lucha y en la competencia, sino más bien en la inclusión y la participación. 2ff7e9595c
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